De Melgar de Fernamental a Herrera de Pisuerga

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En el horizonte, desde hace unos cuantos kilómetros, como telón de fondo y especialmente a la derecha en el sentido de la marcha, destacan los enérgicos relieves de Las Loras. Auténtico límite entre la llanura sedimentaria de la Meseta y las estribaciones de la Cordillera Cantábrica. Estos farallones y mesas calizas erosionadas configuran el Geoparque Mundial de Las Loras, reconocido por la UNESCO por sus singulares valores naturales y culturales. Entre todos ellos destaca, por su altitud, espectacular emplazamiento y el papel protagonista que desempeñó en los inicios de la historia de Castilla y de Cantabria, Peña Amaya, a la que recomendamos acercarse, aunque esto suponga un pequeño desvío de la ruta.

Como transición entre la Tierra de Campos y esas estribaciones en esta etapa atravesamos, siempre acompañando el valle del Pisuerga, un paisaje donde llama la atención el bien conservado bosque de galería del río y del canal y la zona de regadío de la vega. Esta última es un ejemplo de principal utilidad actual del Canal. La vía de navegación que renovó las tierras castellanas siegue siendo de enorme importancia porque es un canal de riego que surte de agua a unas 34.000 ha de terreno. Su otra gran utilidad es abastecer el consumo de 48 municipios, más de 400.000 habitantes, entre los que destacan Palencia y Valladolid. Y a todo esto se une el hecho de que se haya convertido en un atractivo turístico con gran potencial, además de generador de energía eléctrica.

Desde Melgar de Fernamental la cercanía de la carretera al propio canal nos permite acercarnos a varias de sus esclusas. Por ejemplo, en San Llorente, Naveros o Ventosa, todas ellas con puente y restos de molinos, pero nos gustaría destacar el conjunto de Olmos de Pisuerga, con doble esclusa y donde aún queda algún deslavazado vestigio de la Real Fábrica de Papel.

Alcanzamos así Herrera de Pisuerga, la antigua Pisoroca romana, lugar elegido para el establecimiento de la Legio IV Macedónica con ocasión de la conquista romana del norte peninsular, las guerras cántabras y astures, entre el 29 y el 19 antes de nuestra era, cuyo pasado se nos recuerda en su Aula Arqueológica. En el núcleo urbano destacan la plaza mayor, la iglesia de Santa Ana, del siglo XV, las puertas de la muralla medieval, la barroca ermita de Nuestra Señora de la Piedad y el Centro de Interpretación del Cangrejo de Río, cuya fiesta de exaltación está declarada de interés turístico. Es también un buen lugar donde disfrutar de la rica gastronomía de la zona.

En las afueras no podemos pasar por alto una de las obras más importante de las realizadas en la segunda etapa de construcción del Canal, en 1761, la Presa o Retención de San Andrés, para elevar el nivel del agua en el punto en el que el Canal atraviesa el río Pisuerga. En la actualidad es una interesante zona recreativa que cuenta con un embarcadero, donde el barco turístico Marqués de La Ensenada permite recorrer el tramo hasta la esclusa 5, pasando por la 6, en funcionamiento, una buena oportunidad para experimentar lo que fue la navegación por el canal.