De Grijota a Calahorra de Ribas. El origen

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Y por fin llegamos donde todo empezó. La idea de hacer navegables los ríos del interior peninsular nos asalta de tanto en tanto cuando repasamos la historia. Los primeros escritos en este sentido, e incluso algún intento, los encontramos en el siglo XVI, en tiempos de los Reyes Católicos. Luego vemos reaparecer el proyecto con Carlos V o Felipe II. Pero es en el siglo XVIII, con la Ilustración, cuando se desarrollaron los canales navegables, que fueron las grandes empresas de obras públicas de la Europa de la época. Los españoles se fijaron en los canales que se habían construido en Francia e Inglaterra y Fernando VI pensó en un proyecto para España. Para conseguirlo, el ingeniero Antonio de Ulloa viajó a Francia donde conoció y estudió, y finalmente tomó como modelo los canales construidos allí, su reflejo son el Canal Imperial de Aragón, levantado entre 1776 y 1780, y sobre todo, por ser el primero y por la magnitud de la empresa, el Canal de Castilla.

Corría el año 1753 cuando se puso la primera piedra en el punto elegido por Antonio de Ulloa, a partir del estudio parcial de Carles Lemaur, en el término de Ribas de Campos, en el lugar donde estuvo el desaparecido pueblo de Calahorra, que vuelve a la vida como Calahorra de Ribas. A cargo del erario público, las obras se inician en dirección sur, pero se paralizan un año después, cuando solo se habían construido 25 km aguas abajo, hasta Sahagún el Real, iniciando la larga serie de parones y reanudación de las obras que jalonan la historia de la construcción.

Para acercarnos a este punto del origen del Canal, Calahorra de Ribas, tan importante como espectacular, con su presa, las tres esclusas encadenadas para salvar el importante desnivel, el puente, el monumento conmemorativo de la inauguración, las edificaciones industriales que aún perviven y la cercana Charca de La Toja, necesitamos salir dela carretera nacional, lo cual nos ofrece la magnífica oportunidad de visitar las ruinas del monasterio de Santa Cruz de la Zarza, románico con reformas de los siglos XVII y XVIII, que nos surgen al paso.

Ya antes, en la ruta, hemos podido subir hasta el Castillo de Monzón de Campos, fortaleza del siglo XI con reformas posteriores, magnífico balcón sobre la vega del Carrión, intensamente explotada por los campos de regadío. Desde aquí se distinguen también los bosques de galería del río y el desarrollado en torno al propio Canal y sus charcas.

Desde Monzón un corto desvío nos lleva hasta el Puente de Valdemudo, con restos de la venta, cuyo interés histórico radica en que fue el primero construido en el Canal, en 1753, para dar continuidad a la Cañada Real Leonesa, claro ejemplo de la importancia que aún tenía la trashumancia en el siglo XVIII. Muy cerca existe otra de las charcas del canal preparadas para el observatorio de aves. Valdemudo pertenece al municipio de Husillos, que conserva la iglesia románica de Santa María, en origen una abadía.